El coste de oportunidad oculto de la inversión

Una chica frente a una bifurcación en el camino

En cualquier área donde los recursos son limitados, siempre aparece el coste de oportunidad. Todo aquello a lo que debemos renunciar al realizar una inversión. Hay dos recursos claramente finitos para las personas, el tiempo y el dinero. Si estudias derecho, probablemente no tengas tiempo para estudiar a la vez medicina. Si decides invertir todo tu dinero, por ejemplo, en el sector inmobiliario, vas a perder aquello que la bolsa te ofrece.

Ayer tomó cierta repercusión un retuit que hice y quiero aprovechar este post para matizar y aclarar a lo que me refería, ya que se ha generado bastante controversia en las respuestas.

En el tuit original, habla de su época fiestera y lo que gastó en discotecas y alcohol. Pero como yo lo entiendo es cualquier gasto prescindible que haces en tu juventud y que te aleja de la inversión. En mi caso, mi "época fiestera" fue de los 16 a los 23 aproximadamente. Desde el instituto hasta el año de antes de mi Erasmus estuve trabajando de camarero para sacarme algún dinero mientras estudiaba. Solía hacerlo los viernes, algunos sábados o vísperas de festivo y durante las Navidades, Fallas y otras fechas con alta demanda hostelera. Ganaba unos 50€ por día trabajado. También daba algunas clases particulares a 10€ la hora. En resumen, ganaba unos 200-300€ al mes con algún extra puntual.

Esos ingresos los destiné principalmente a 3 cosas: salir con amigos y pareja cuando la tuve, comprarme una moto y ahorrar para poder financiarme el Erasmus (con la beca no llega y no veía justo que mi madre me lo tuviera que pagar, aunque acabó colaborando). Y esto nos acerca al punto al que me refería con mi respuesta al tuit (supondremos que los números son los mismos por sencillez).

No cambiaría 46.000€ hoy por esas 3 experiencias ni loco.

¿Podría comprarme una moto mejor ahora con ese dinero? Sí, pero no la disfrutaría igual que cuando era joven. De hecho, tiempo después tuve una moto grande, de 650cc, y la acabé vendiendo hace un año y medio porque no la utilizaba apenas ni me hacía igual de feliz. ¿Qué hay del Erasmus? Una experiencia irrepetible. Mucha fiesta, sí, pero también me ha abierto las puertas laboralmente. Un mejor inglés y haber vivido en el extranjero es algo que las empresas internacionales han valorado mucho. Honestamente, no sé si podría estar donde estoy hoy si no hubiera ido a Finlandia a estudiar ese año. Además, hice amistades que mantengo a día de hoy, gente que vino incluso a mi boda el año pasado. Me siento muy orgulloso de ello. Conozco a mucha gente que se arrepiente de no haberlo hecho, no conozco a nadie que se arrepienta de lo contrario. ¿Y de los amigos? Lo mismo. Muchas de las amistades que hice durante esa época las mantengo hoy en día y son pilares en mi vida. Personas que seguramente no estarían ahí si me hubiera quedado en casa en lugar de sumarme a los planes que iban surgiendo.

Invertir es importante

Incluso indispensable podríamos decir, teniendo en cuenta como pinta el futuro. Pero, en mi opinión, hay momentos en los que no tiene sentido invertir, porque el valor que perdemos en forma de experiencias es demasiado grande. Si ganas 200€ al mes mientras estudias, dedica esos euros en vivir experiencias que te marcarán.

No estoy diciendo que te los fundas en alcohol y drogas como se podía leer en algunas respuestas. Pero sí, que intentes hacer todo lo que te apetezca siendo joven. Porque para las responsabilidades y la escasez de horas que experimentarás en la vida adulta ya tendrás tiempo. De Erasmus te vas a ir a los 20-25 años, no a los 40. Y, aunque lo hicieras, estoy seguro de que la experiencia ni se le parecería.

Un viaje con amigos a otra ciudad, a disfrutar de un festival de música y dormir en una tienda de campaña es algo que tampoco vas a querer hacer cuando peines canas.

Si hubiera invertido 50€ durante 10 años al 7%, hoy tendría 98€. Lo que no tendría, ese fin de semana en el Arenal Sound a mis 23 años que todavía recuerdo. Ni esas anécdotas que seguimos comentando cada vez que nos reunimos los amigos de la universidad sobre el día que nos fuimos a Barcelona a ver un concierto de Green Day, de fiesta a la Razzmatazz y dormimos en el coche en una estación de servicio.

Empecé a invertir de forma constante a partir de los 26-27 años, cuando ya tenía un trabajo estable y podía separar una parte de mis ingresos sin que ello implicase vivir la vida de un monje. Y, mi recomendación es hacer lo mismo. ¿Puedes permitirte invertir desde muy joven? Perfecto, adelante. ¿Te va a suponer no poder disfrutar de ninguna experiencia y vivir en una reclusión a cambio de tener 46.000€ a tus 31? Para mí no merece la pena. Pero cada persona tiene que valorar su contexto y lo que le compensa.

Simplemente, no olvides el coste de oportunidad oculto que hay detrás de invertir muy joven. No vivir algunas experiencias que difícilmente podrás replicar en el futuro. Recuerda que el tiempo que pasa no vuelve.