Amenazas de dimisión y amenazas a la libertad

Pedro Sánchez en la comparecencia donde anuncia que no dimitirá.

El 24 de abril de 2024, hace casi una semana, Pedro Sánchez, presidente de España, nos sorprendía con una carta en la que anunciaba que estaba desbordado por la situación de acoso y derribo que llevaba tiempo viviendo y se planteaba dimitir.

Cuando la leí, lo primero que pensé es que era una escena para llamar la atención. Lo comenté con bastantes allegados, que me parecía harto improbable que el lunes viéramos una dimisión y, obviamente, así ha sido.

Entiendo que ser presidente de un país debe estar repleto de cosas negativas sujetas a la responsabilidad y visibilidad del cargo. De hecho, no me cambiaría por él, ni por ninguno de sus predecesores. Y también comprendo que no todo el mundo está hecho para ello, ni siquiera tiene por qué estar preparado para aguantar dicha presión.

Hechas estas consideraciones, veo que la misiva vuelve a centrarse en las mismas tácticas de siempre. Todo lo que no somos nosotros es ultraderecha. Lo que hacemos desde aquí es por el bien, lo de allí por el mal. Nuestras críticas a los rivales, o sus familiares, son más que válidas. Las de ellos, una estrategia golpista. Además, encuentro excesiva victimización por hechos que no me parecen de gran trascendencia. ¿Tan grave es que te digan '¡qué te vote Txapote!' cuando tú mismo llamas fascista a todo el que no piensa como tú? Eso sin contar que ha habido presidentes que han recibido puñetazos, han esquivado coches bomba o incluso han tenido que soportar críticas sobre sus hijas.

En este vídeo, Juan Ramón Rallo hace un buen análisis al respecto:

Respecto a lo de Begoña Gómez, la mujer de Sánchez, si hay indicios hay que investigarla. Debemos controlar a los que nos controlan. Y si es inocente, lo dirá la justicia. Pero nadie, por muy alto cargo que ocupe, o parentesco con éste tenga, debería ser un protegido de la justicia. ¿Acaso no queremos igualdad ante la ley?

El otro tema que me preocupa bastante es el de libertad de prensa. En mi opinión, los políticos no deberían tener la potestad de censurar medios de comunicación. Ni los de un partido, ni los de otro. ¿Que puede haber bulos? Por supuesto. Y se debe de contar con las herramientas adecuadas para penalizarlos. Tú tienes libertad de publicar lo que quieras. Y si es mentira, una multa bien gorda, una rectificación en primera plana y la retirada de la noticia falsa.

Pero cerrar un medio porque haya escrito algún titular no veraz me parece aberrante. De hecho, uno de los peligros que veo a esta medida es que el partido en el gobierno va a ser quien trace la línea de qué se considera un bulo y qué no. Y esto es inquietante cuanto menos.

La prensa hace años que está vendida al amarillismo. No es difícil encontrar noticias donde la primera frase ya está desmintiendo el titular. Es difícil sobrevivir con información de calidad y no sensacionalista a la era del clickbait. Hay más información que nunca y también más desinformación que nunca. Y, lo reconozco, soy bastante pesimista al respecto. No le veo una solución a corto ni medio plazo.

No obstante, seguiré defendiendo su libertad a publicar basura, nuestra libertad a denunciarlo y que sean castigados por la ley. Y, sobre todo, nuestra libertad de no consumir aquello que no merece la pena.

¿Qué opináis?